Por los pasillos del hospital
El día de hoy caminaba por los pasillos de uno de los hospitales que administro cuando escuché la voz de un niño que lloraba. Al acercarme a uno de los cuartos de atención médica pude ver a una enfermera preparando una inyección para aplicarla en el pequeño brazo de aquel niño. El pequeño llorando le preguntaba a la enfermera: “¿de verdad me tienes que poner otra vacuna? No me siento enfermo, mírame estoy bien, por favor no me inyectes otra vez, de verdad me duele mucho, te lo suplico”. Aquel niño suplicaba con lágrimas que por favor no lastimaran su bracito de nuevo, pero la enfermera contestó con mucho amor y ternura: “yo sé que ahorita no te sientes enfermo, pero esta vacuna va a producir anticuerpos adentro de ti que vas a necesitar dentro de algunos años más para que no te enfermes de graves enfermedades y fuertes sufrimientos. El dolor que vas a sufrir con esta vacuna no se compara al dolor que puedes sufrir si no te la doy. Esta vacuna va a permitirte poder correr y vivir como cualquier otra persona, yo sé que ahorita no lo entiendes y tal vez me vas a odiar, pero algún día me lo vas a agradecer hermoso”. Cuando subía por los elevadores de aquel hospital hacia mi oficina me puse a pensar en cuantas veces le preguntamos a Dios ¿porque tengo que sufrir otra vez? ¿Porque me tienes que golpear otra vez? ¿Porque me tienes que lastimar otra vez? ¿Porque me tienes que llevar por la adversidad otra vez? Y la realidad es que cuando estamos en medio del dolor no lo podemos entender y muchas veces nos ponemos a pensar que Dios tiene algo en contra nuestra, que no estamos en la lista favorita de Dios, o que Dios se ha olvidado de nosotros. La realidad de las cosas es que Dios tiene que atravesarnos por el dolor porque el dolor produce principios y valores dentro de nosotros, principios que nos llevarán al éxito el día de mañana. Ese dolor produce fortaleza dentro de nosotros que nos ayudará a soportar los ataques de nuestros enemigos y las adversidades de la vida. El dolor vuelve a las personas más humildes, más sensibles, más agradecidos, más maduros pero también los vuelve más fuertes, más inteligentes, y más sabios. Si el día de hoy estas atravesando por la adversidad y el dolor es porque hay grandeza y fortaleza que se está produciendo dentro de ti. Tal vez al igual que aquel niño no podía ver los anticuerpos de aquella vacuna, tú no puedes ver el tamaño de la grandeza y fuerza que se está generando en ti a través del dolor que estás viviendo, pero un gigante se está formando dentro de ti. ¡Resiste campeón! ¡Resiste porque naciste para vencer! ¡Resiste no te rindas! ¡Resiste por siempre resiste!
Jahaziel Flores